Epistem. "Cientìficos Responsables"


¿Los científicos son responsables de los usos que se hacen de la ciencia?
Por Gisela Mancuso
1. Introducción
La meta a la que pretendemos llegar es la que nos brinda la respuesta que nos reclama el título de este trabajo: ¿Los científicos son responsables de los usos que se hacen de la ciencia?. Una respuesta que tendrá la importancia de mostrarnos el origen y el trasfondo de los males sociales que nos acosan en la actualidad para abrir el camino hacia el hallazgo de soluciones y acciones preventivas frente a la eventual generación de nuevos males o a la reproducción y expansión de los ya acaecidos, las que no podrán encontrarse sino comenzando por indagar acerca de la posible atribución de responsabilidad a los generadores y/u operadores actuantes en la comunidad científica.Para alcanzar la meta recurriremos a fuentes destacadas en el tema: Mario Bunge, físico y filósofo de la ciencia argentina, especializado en epistemología y semántica; Esther Diaz, filósofa de la ciencia argentina; Enrique Marí, profesor de filosofía del derecho y de epistemología del conocimiento social y, finalmente, Oscar Varsabsky, ex profesor universitario, especializado en modelos matemáticos. Las posturas de los diversos autores darán cuenta de múltiples respuestas al interrogante planteado, las que serán expuestas, analizadas comparativamente y confrontadas, para culminar con el abordaje de nuestra respuesta, en la que sostendremos la responsabilidad solidaria de todos aquellos que intervinieron en la producción o aplicación de las teorías científicas.2. Las diversas posturas. Exposición, comparación y confrontación.
Comenzaremos con la exposición de las diversas respuestas partiendo de la postura de Esther Diaz, a quien enmarcamos en una concepción que sostiene una atribución amplia de la responsabilidad científica. La autora enfatiza la relación de la ciencia con la tecnología, la política, la economía y la ética y se alza contra el discurso que proclama la neutralidad ética de la investigación básica y la posible culpabilidad de la tecnolgía. Justifica su rechazo en la carencia de autonomía del desarrollo tecnológico, su pertenencia a la producción del conocimiento científico y la necesidad de tecnología y subsidios -éstos últimos alcanzables con poder- por parte de la investigación. Inscribe a la racionalidad interna de la ciencia en un proceso histórico y la enrola como dispositivo de poder social. Pasmadas estas relaciones, propone una reflexión que nos invita a extender la responsabilidad a todos los que directa o indirectamente se relacionan con la actividad científica; llamando, de esta manera, a una asunción de responsabilidad a todos los individuos, considerados separadamente de la sociedad como ente abstracto, sean éstos docentes, investigadores, técnicos, decididores o, simplemente, ciudadanos.Una atribución no tan amplia propone Oscar Varsavsky que, a diferencia de la autora, será más abstracto al atribuir responsabilidades y no se detendrá en individualidades concretas separadas del ente al que pertenecen, pero con quien concuerda, aunque por diversas razones, con la falsedad de la respuesta al interrogante planteado, partiendo de la consideración de la ciencia como proporcionadora de instrumentos neutros y haciendo caer en las fuerzas políticas la responsabilidad resultante de un uso desviado. La falsedad se justifica por cuanto, en su entender, la ciencia actual solo crea aquellos instrumentos que el sistema estimula a crear, no ocupándose de crear instrumentos para eliminar esos problemas de fondo y "I...I Aunque el poder político pasara de pronto a manos bien inspiradas, ellas carecerán de la tecnología adecuada para transformar socialmente, culturalmente -no solo industrialmente- al pueblo, sin sacrificios incalculables e inútiles". Se alza, por ello, contra el enrolamiento de la ciencia básica independientemente del sistema y destaca, en cambio, la influencia de éste sobre aquélla, por cuanto advierte la obviedad consistente en que cada vez en menor medida los científicos eligen su tema sin presiones y "hacen ciencia por la ciencia misma", so pena de quedar aislados del sistema. Concluye que, en definitiva, la responsabilidad debe recaer en el sistema, el que actúa como un factor de presión sobre los científicos.Una concepción que también conlleva a una amplia atribución de responsabilidad, es sostenida por Enrique Marí, aunque circunscribiendo dicha responsabilidad a la comunidad científica, diferenciándose de Esther Diaz que, en su máxima amplitud, responsabiliza a los todos los individuos sin distinguir su categorización como científicos o no científicos. No concordará con Oscar Varsabsky, al no insinuar, si quiera, la existencia de influencias en virtud de la cual se determinaría el accionar de los científicos. Compartirá, en cambio, con ambos autores el rechazo por el criterio de demarcación entre ciencia básica y ciencia aplicada, a los fines de la atribución de responsabilidad, criterio que no explicaría las modalidades de la producción científica actuales. En definitva y, como se adelantara, el autor responsabiliza de los males sociales, a toda la comunidad científica imputando responsabilidad en una vasta extensión, en la que incluye al científico autor de las teorías, cuya función, muchas veces, no se limitaría a la proporción de conocimiento moralmente neutral, sino que consistiría en dar nacimiento a teorías cuyo campo de aplicación incluye dispositivos teóricos de resultados tecnológicos directamente criminoides.
Finalmente, Mario Bunge, sostiene una atribución de responsabilidad que no alcanza, a la manera de Enrique Mari, a toda la comunidad científica, ni mucho menos a todos los individuos integrantes de una sociedad en el sentido en que lo hace Esther Diaz, aunque concordará con ella en una imputación a individuos concretos y no a entes o sistemas abstractos, concordancia que se desprende de su débil argumento, que funciona como premisa en su exposición, consistente en que solo las personas son susceptible de ser responsables . Tampoco culpará, con Oscar Varsabsky y los denominados holistas, al sistema en el están insertos los científicos y, aunque admite que dicho sistema puede explicar la conducta de un científico, ello no implica una disculpa en lo que respecta a la responsabilidad imputable. Sin embargo, el autor parte de un criterio, enfáticamente rechazado por todos los autores considerados e insinúa diversos grados de responsabilidad, tampoco señalados por aquéllos, que van desde la inexistencia de responsabilidad hasta una responsabilidad sumada a la culpabilidad. En efecto, distingue entre los científicos básicos, a quienes considera inocentes, por tener como único objetivo la obtención de conocimiento -actividad moralmente neutral- y científicos aplicados y tecnólogos, responsables cuando hacen un mal uso de la ciencia, agregando a los decisores políticos y económicos, empleadores de aquéllos, que no solo tienen una responsabilidad mayor sino que son culpables del mal social generado. La imagen de la ciencia-martillo, invocada y rechazada por Enrique Marí y asimismo implícitamente rechazada por el resto de los autores, es ejemplificadora de la teoría del autor: "La ciencia básica es como un cuchillo que puede usarse sea para cortar una zanahoria, o una cabeza humana: ambos son moralmente neutrales".
3. Nuestra postura
Sostenemos la responsabilidad solidaria de todos aquellos que intervinieron en la producción o aplicación de las teorías científicas, es decir, todos aquellos cuya intervención fue necesaria para generar el mal social considerado. Entendemos que el creador de una teoría, es el primer eslabón de una cadena de responsabilidad solidaria que se completa con el accionar de sus cómplices tecnocráticos, estos últimos actuando en virtud de una decisión política y económica. En efecto, el que crea una teoría asume un papel activo de impulso de aquélla y su responsabilidad halla sustento en su capacidad profesional, la que debería informarle acerca de las implicancias de la creación de dichas teorías, previniéndolos de las consecuencias de una aplicación basada en los parámetros y condiciones de concreción preestablecidas. Un ejemplo práctico puede ser claro: la clonación humana. La teoría que la permitiría tiene nacimiento en un científico básico, quien al crearla prevé o debe prever, en virtud de su categoría profesional, tanto las condiciones como las consecuencias de su aplicación. El científico aplicado no podrá realizar, concretar la teoría, bajo la forma de clonación humana, si un decisor político promueve, por ejemplo, normas jurídicas que impidan su aplicación con seres humanos. Si un decisor se abstiene de dictar esta norma y se concreta una clonación humana, la responsabilidad encontrará su germen en el científico básico, cuya actividad no ha sido moralmente neutral; la posibilidad de su concreción, en la decisión política y la efectiva concreción en el científico aplicado, todos cómplices en este delito moral consistente en la desnaturalización del origen de los seres humanos.De nuestra postura se desprende una concordancia con la sostenida por Enrique Mari al admitir que el germen de un mal social puede ser encontrado en la creación de una teoría "mala-in-se", teoría que se convierte en el hilo conductor que acarrea un mal. Nos oponemos, en cambio, a la amplitud de la extensión de responsabilidad sostenida por Esther Diaz, pues dicha extensión, tan vasta, nos lleva al extremo de culpar a todos los individuos, sin permitir una previsión y prevención concreta por parte de aquéllos, la que si tienen, los científicos y decisores del poder, quienes actúan conscientemente, con previsión del resultado de su accionar. Rechazamos, también, la postura del Dr. Oscar Varsabsky, quien recurre al cómodo expediente de responsabilizar al sistema, sin hallar en su respuesta elementos que nos permitan promover cambios sociales, prevenciones y soluciones a los males que nos aquejan. Rechazamos, asimismo y enfáticamente, la distinción que efectúa Mario Bunge, quien se detiene en la abstracción que ella implica, sin atenerse a las manifestaciones prácticas, que dan cuenta de modalidades diversas.4. Conclusión
Abordamos las diversas posturas al interrogante propuesto. Partimos con Esther Díaz de una imputación a individuos concretos independientemente de su rol como científicos, seguimos con Oscar Varsabsky en una imputación a la abstracción de un sistema que presiona a los científicos tanto en la generación como en la aplicación de las teorías, llegamos a una respuesta, que avalamos en nuestra postura, que basa sus imputaciones en las modalidades de la producción científica en esta centuria, admitiendo la responsabilidad del científico básico, y analizamos la postura de Mario Bunge, la que descansa en la clásica distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada, exonerando a los actuantes de la primera e imputándoselas a los operadores de la segunda, en una suerte de solidaridad -aunque con distintos grados de responsabilidad- con los decisores político y económicos, también calificados como culpables de los males de nuestro tiempo.Admitir una respuesta al interrogante que nos convocó nos abre el camino hacia una nueva meta: el encuentro de soluciones de los males sociales, las que no pueden comenzar a buscarse sin buscar a los responsables morales, cuyas desviadas acciones queremos erradicar. Y esta nueva meta nos propone una perspectiva de análisis que puede abordarse en un futuro trabajo: la responsabilidad, no ya moral, sino jurídica y la forma en que los diversos estados regulan la producción y aplicación de la ciencia.

5.Bibliografía
Bunge, Mario, "La tecnología y los males de nuestro tiempo", en Seudociencia e ideología, Madrid, Alianza Editorial S.A., 1985.
Diaz, Esther (comp), "Ciencia contemporánea y responsabilidad ética", en La producción de los conocimientos científicos, Buenos Aires, Biblos, 1994.
Marí, Enrique, "La filosofía de la ciencia como ciencia de la cultura. Política y ética científica", en Elementos de epistemología comparada, Pontosur S.R.L., 1990.
Varsabsky, Oscar, "El cientificismo", en Ciencia política. Cientificismo, Centro Editor de América Latina, 1975.
Gentileza: giselamancuso@yahoo.com.ar

No hay comentarios: