La naturaleza humana en La Política de Aristóteles


ARISTÓTELES  "LA POLÍTICA"
Estimad@s alumn@s: RECUERDEN que planteamos en clase que es IMPOSIBLE entender cabalmente la Ética de Aristóteles si no entendemos también su perspectiva de la organización política.
Saludos desde la búsqueda.
Roberto.

Libro I - Capítulo II

Si uno presta atención desde un comienzo al desarrollo natural de los seres, podrá observar también este problema, como los otros, del mejor modo. En primer lugar es necesario que se emparejen los seres que no pueden subsistir uno sin otro; por ejemplo, la hembra y el macho, con vistas a la generación. (Y esto no en virtud de una previa elección, sino que, como en el resto de animales y plantas, es natural el impulso a dejar tras de sí a otro individuo semejante a uno mismo. O, por ejemplo, lo que por naturaleza domina y lo dominado, para su supervivencia. Porque el que es capaz de previsión con su inteligencia es un gobernante natural, un jefe natural. En cambio, el que es capaz de realizar las cosas con su cuerpo es súbdito y esclavo, también por naturaleza. Por tal razón amo y esclavo tienen una conveniencia común. De tal modo, por naturaleza, están definidos la mujer y el esclavo. La naturaleza no hace nada precariamente, (...) sino cada cosa con una única finalidad. Así como cada órgano puede cumplir su función de la mejor manera cuando no se le somete a varias actividades, sino a una sola. Entre los bárbaros la mujer y el esclavo ocupan el mismo rango. La causa de esto es que carecen del elemento gobernante por naturaleza. Así que su comunidad resulta de esclavo y esclava. (...)
La familia es la comunidad, constituida por naturaleza, para satisfacción de lo cotidiano, por los que Carondas llama "compañeros de panera", y Epiménides de Creta, "los del mismo comedero". La primera comunidad que a su vez resulta de muchas familias y cuyo fin es servir a la satisfacción de necesidades que no son meramente las de cada día, es la aldea [municipio]. Con mucha razón se podría llamar a la aldea [municipio], si se atiende a su naturaleza, una extensión de la familia, constituida como está -a decir de algunos- por quienes han mamado la misma leche, por sus hijos y por los hijos de sus hijos. (…)
La polis [ciudad] es la comunidad procedente de varias aldeas; es perfect , ya que alcanza, para decirlo de una vez, el fin de la autosuficiencia, y que tiene su origen en la urgencia del vivir, pero subsiste para el vivir bien. Así que toda polis [ciudad] existe por naturaleza, del mismo modo que las comunidades originarias. Ella es la finalidad de aquéllas, y la naturaleza es finalidad. Lo que cada ser es, después de cumplirse el desarrollo, eso decimos que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de una casa. Además, la causa final y la perfección es lo mejor. Y la autosuficiencia es la perfección y lo óptimo . Por lo tanto, está claro que la polis [ciudad] es una de las cosas que existen por naturaleza y que el hombre es, por naturaleza, un ser que vive en polis, y resulta también que quien por naturaleza, y no por casualidad, carece de polis, es o bien un ser de naturaleza inferior o superior a un hombre. Como aquel al que recrimina Homero: "sin clan, sin ley, sin hogar". Quien por naturaleza es de tal condición es además amante de la guerra, como una pieza suelta en un juego de damas. La razón de que el hombre sea un ser que vive en polis, más que cualquier abeja o que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza, según hemos dicho, no hace nada en vano.
Sólo el hombre, entre los seres vivientes [animales], posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales. (Ya que por su naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones unos a otros.) En cambio, la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer de modo exclusivo, el sentido de lo bueno y de lo malo, de lo justo y lo injusto y las demás apreciaciones [valoraciones]. Ahora bien, es la participación común en estas cosas la que fundamenta a la casa familiar y a la polis [ciudad]. Es decir, que, por naturaleza, la polis [ciudad] es anterior a la casa y a cada uno de nosotros. Ya que el conjunto es necesariamente anterior a la parte. Pues si se destruye el conjunto ya no habrá ni pie ni mano, a no ser con nombre equívoco, como se puede llamar mano a una de piedra. Eso será como una mano sin vida. Todas las cosas se definen por su actividad y su capacidad funcional, de modo que cuando éstas dejan de existir no se puede decir que sean las mismas cosas, sino homónimas. Así que está claro que la polis [ciudad] es por naturaleza y es anterior a cada uno. Porque si cada individuo, por separado, no es autosuficiente, se encontrará, como las demás partes, en función del conjunto. Y el que no puede vivir en polis [sociedad], o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la polis [ciudad], sino que es una bestia o un dios. En todos existe, por naturaleza, el impulso [la tendencia] hacia tal comunidad; pero el primero en fundar las polis [ciudades] fue el causante de los mayores bienes. Pues así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos. La injusticia es más feroz cuando posee armas, y el hombre está dotado naturalmente con armas que ha de emplear al servicio de la sabiduría y de la virtud; pero puede utilizarlas precisamente para las cosas opuestas. Por eso, sin virtud, es el animal más impío y más salvaje, y el peor en su sexualidad y su voracidad. La justicia, en cambio, es algo propio de la polis (social), como que la justicia es el orden de la polis, y la virtud de la justicia consiste en la apreciación de lo justo.

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