

John Rawls - Jürgen Habermas.
Esta disputa, en la que se discuten asuntos de forma y método, se recoge en el libro “Debate sobre el liberalismo político” y versa en el fondo sobre los trabajos recogidos por Rawls en su libro “Liberalismo político” (1994) y el de Habermas “Facticidad y validez” (1996). En definitiva, se trata de una discusión que muestra las diferencias entre la tradición norteamericana y la alemana, respecto a la forma de plantearse el tratamiento de los problemas relacionados con la filosofía política.
• En el caso norteamericano, se pretende una “teoría pura” de la filosofía política, libre de toda intrusión metafísica, y que ponga en el centro de su objeto lo específicamente político.
• Totalmente diferente es la concepción habermasiana, que se apoya directamente en concepciones filosóficas para dar base a conclusiones morales y de participación ciudadana.
Habermas en su liberalismo y concepción de la democracia parte de la influencia kantiana pero introduciendo importantes variantes que tienen que ver con la sustitución de las formas de subjetividad kantianas. De esta manera sustituye la subjetividad trascendental por las formas de comunicación, transformando la relación establecida entre sujeto y objeto en una entre sujetos o sea, intersubjetiva.
Habermas establece una mirada no desde la estructura de la conciencia, sino desde la estructura de la comunicación, integrada por la invocación de razones y fundamentos argumentativos. Intentará reconstruir la razón práctica kantiana como una razón comunicativa.
Para Kant el imperativo categórico es atribuir a otros como válidos aquellas máximas que pueda querer que sean leyes universales. Habermas en cambio afirma que: “lo que debo hacer es someteresas máximas a los otros para probar la pretensión de validez universal”. Ya no se trata de lo que pueda querer cada uno, sino en aquello con lo que todos puedan estar de acuerdo. El imperativo categórico se sustituye por un procedimiento de argumentación práctica.
En el caso de Rawls su liberalismo político se mueve en el campo de lo político y de hecho deja a la filosofía tal como está. Lo político se puede formular independientemente de cualquier concepción del mundo. La crítica fundamental contra Rawls es la siguiente: "¿cómo puede explicar algo como el status epistémico de una concepción de la justicia independiente sin tener que adoptar una posición frente a cuestiones filosóficas?" (2).
No obstante para Rawls la primera virtud de las instituciones sociales es la justicia. Su mecanismo analítico de representación es una especie de neocontractualismo, no para establecer formas de gobiernos sino para buscar aquellos principios, que denomina posiciónoriginal, donde todos aceptan una posición inicial de igualdad. Es un estado mental hipotético que no es real ni histórico.
Los fundamentos de lo que concibe Rawls son los siguientes:
• Nadie sabe cuál es su lugar en la sociedad, ni sus ventajas, ni capacidad ni fortaleza.
• Los principios de la justicia se seleccionan bajo un velo de ignorancia para que nadie tenga ventaja, ni que lo favorezcan
• La situación original tras el velo de ignorancia es equitativa (just-imparcial)
• A partir de los principios originales y escoger una concepción de justicia general los hombres harán una constitución y un poder legislativo que promulgue las leyes de acuerdo, siempre con los principios de la justicia convenidos originalmente.
La posición original es de personas racionales que no conocen su lugar y ventajas, y desconocen su propia concepción del bien. Buscan su punto de vista compartido por todos los ciudadanos.
La pregunta de Rawls es la siguiente: ¿Cómo lograr un consenso dentro la diversidad de concepciones, pluralidad, en las sociedades desarrolladas u organizadas?
Si para Habermas el criterio es el de la acción comunicativa para Rawls es el de un consenso entrecruzado, que versa sobre una concepción de la justicia elegida por todos que si bien no puede ser realizada razonablemente, desemboca en ideas políticas centrales comunes. No se trata de una forma de vida, sino una concepción moral.
Esta disputa, en la que se discuten asuntos de forma y método, se recoge en el libro “Debate sobre el liberalismo político” y versa en el fondo sobre los trabajos recogidos por Rawls en su libro “Liberalismo político” (1994) y el de Habermas “Facticidad y validez” (1996). En definitiva, se trata de una discusión que muestra las diferencias entre la tradición norteamericana y la alemana, respecto a la forma de plantearse el tratamiento de los problemas relacionados con la filosofía política.
• En el caso norteamericano, se pretende una “teoría pura” de la filosofía política, libre de toda intrusión metafísica, y que ponga en el centro de su objeto lo específicamente político.
• Totalmente diferente es la concepción habermasiana, que se apoya directamente en concepciones filosóficas para dar base a conclusiones morales y de participación ciudadana.
Habermas en su liberalismo y concepción de la democracia parte de la influencia kantiana pero introduciendo importantes variantes que tienen que ver con la sustitución de las formas de subjetividad kantianas. De esta manera sustituye la subjetividad trascendental por las formas de comunicación, transformando la relación establecida entre sujeto y objeto en una entre sujetos o sea, intersubjetiva.
Habermas establece una mirada no desde la estructura de la conciencia, sino desde la estructura de la comunicación, integrada por la invocación de razones y fundamentos argumentativos. Intentará reconstruir la razón práctica kantiana como una razón comunicativa.
Para Kant el imperativo categórico es atribuir a otros como válidos aquellas máximas que pueda querer que sean leyes universales. Habermas en cambio afirma que: “lo que debo hacer es someteresas máximas a los otros para probar la pretensión de validez universal”. Ya no se trata de lo que pueda querer cada uno, sino en aquello con lo que todos puedan estar de acuerdo. El imperativo categórico se sustituye por un procedimiento de argumentación práctica.
En el caso de Rawls su liberalismo político se mueve en el campo de lo político y de hecho deja a la filosofía tal como está. Lo político se puede formular independientemente de cualquier concepción del mundo. La crítica fundamental contra Rawls es la siguiente: "¿cómo puede explicar algo como el status epistémico de una concepción de la justicia independiente sin tener que adoptar una posición frente a cuestiones filosóficas?" (2).
No obstante para Rawls la primera virtud de las instituciones sociales es la justicia. Su mecanismo analítico de representación es una especie de neocontractualismo, no para establecer formas de gobiernos sino para buscar aquellos principios, que denomina posiciónoriginal, donde todos aceptan una posición inicial de igualdad. Es un estado mental hipotético que no es real ni histórico.
Los fundamentos de lo que concibe Rawls son los siguientes:
• Nadie sabe cuál es su lugar en la sociedad, ni sus ventajas, ni capacidad ni fortaleza.
• Los principios de la justicia se seleccionan bajo un velo de ignorancia para que nadie tenga ventaja, ni que lo favorezcan
• La situación original tras el velo de ignorancia es equitativa (just-imparcial)
• A partir de los principios originales y escoger una concepción de justicia general los hombres harán una constitución y un poder legislativo que promulgue las leyes de acuerdo, siempre con los principios de la justicia convenidos originalmente.
La posición original es de personas racionales que no conocen su lugar y ventajas, y desconocen su propia concepción del bien. Buscan su punto de vista compartido por todos los ciudadanos.
La pregunta de Rawls es la siguiente: ¿Cómo lograr un consenso dentro la diversidad de concepciones, pluralidad, en las sociedades desarrolladas u organizadas?
Si para Habermas el criterio es el de la acción comunicativa para Rawls es el de un consenso entrecruzado, que versa sobre una concepción de la justicia elegida por todos que si bien no puede ser realizada razonablemente, desemboca en ideas políticas centrales comunes. No se trata de una forma de vida, sino una concepción moral.
La Ética Dialógica de Jurgen Habermas
Habermas busca desarrollar una teoría de la democracia válida y convincente.
Para ello combina lo que él denomina las tres dimensiones de la razón práctica:
• La moral, que es imparcial y equitativa en los conflictos.
• La ética, que interpreta los valores
• La pragmática, que está dirigida a la instrumentación de fines en la negociación y el compromiso.
La estrategia habermasiana trata de buscar la fusión de estas dimensiones en la discusión entre sujetos controlada por el principio del discurso que introduce el punto de vista moral: “solo son válidas aquellas normas en la que todos los afectados puedan consentir como participantes en un discurso racional”. Los rasgos del discurso, entre otros, son:
• Imparcialidad,
• Igualdad,
• Apertura,
• Unanimidad
• No-coacción.
En otras palabras, la acción comunicativa se abre paso en la razón práctica con una concepción de la verdad como consenso. Al hablar nos ponemos en relación con el mundo físico, con los demás sujetos. Estas relaciones quieren hacer valer unas determinadas pretensiones: que decimos la verdad, que nuestros actos son rectos, y si hay duda recurrimos al diálogo, a dar razones como camino de la intersubjetividad.
Es decir, la política habermasiana es “una reconstrucción discursiva de la noción kantiana de la personalidad moral, con todas sus implicaciones universalistas, y a la vez subraya la dimensión pública de la autonomía” (4). A través del discurso se institucionaliza el punto de vista moral, en el cual según su concepción “sólo son válidas aquellas normas en la que todos los afectados puedan consentir como participantes en un discurso racional”. Agregaría que este principio en Habermas es lo moralmente correcto.
El objetivo de Habermas en los momentos actuales es encontrar un punto de referencia normativo unitario ante la creciente invasión del sistema poder-dinero que amenaza constantemente en colonizar al mundo de la vida (sociedad civil - esfera pública).
El último Habermas, el que ha llegado a nuestro medio académico a través de su libro Facticidad y Validez, intenta legitimar el principio del discurso como un todo -quizás en un intento desesperado- a través del Derecho. Solo a través del Derecho, cree Habermas, puede existir la igualdad, la libertad en una sociedad donde los individuos se relacionan en el anonimato. El Derecho se convierte en la representación constitucional de los procesos comunicativos, desde una perspectiva comprehensiva, en una amplia concepción que une filosofía y sociología del derecho.
No obstante como bien señala el autor español, José Antonio Gimbernat: “Hoy es evidente la ausencia de instituciones de carácter nacional y mucho mas mundial que hagan sostenibles la realidad del discurso moral. Según se requiere en condiciones de simetría de los implicados tanto individuos como colectivos y naciones, con vistas a obtener acuerdos de carácter normativo, ausentes de imposiciones y dominaciones". (5)
Por otra parte, los procesos de socialización no son de participación sino de consumo de grandes masas, y en ellos el individuo se ve atado a una red de la ideología dominante que hace pública su opinión. Por tanto no existe una participación igualitaria desde el punto de vista de lo que es moral y justo.
En otras palabras, ¿cómo puede ser posible el punto de vista moral intersubjetivamente válido con un carácter universalista en medio de una opinión pública que es formada por una minoría y en la que el sujeto es consumidor y no participativo?
Vemos entonces que la crítica de Habermas a Rawls tiene que ver con la ausencia de moralidad en el planteamiento del segundo. Pero ambos tienen en común desarrollar teorías para lo que llamábamos, al estudiar a Platón y Aristóteles, la “Poleis – en este caso Estado - ideal”. A diferencia de estos dos filósofos, ni Rawls con su neocontractualismo, ni Habermas con su consenso estructurado parecen capaces de llevar sus conclusiones a la “Poleis real”.
Rawls, no hace frente a los problemas de la política real. No tiene en cuenta el conflicto, el poder o la violencia, que se desvanecen por su obsesión por el consenso y la neutralidad y Habermas pretende explicar la democracia basada en una comunicación neutral y pura.
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